Ahora soy la lámpara que se ha quedado sin combustible, inerte en un rincón; olvidada por la dueña que un día no quiso soltarla por llamarla su luz.
Ahora soy un ropero vacío de historias que se almacenaban en su interior; que lo hacían proyectar colores, alegría, hasta proporcionar calor.
Ahora soy el cadáver de aquel personaje que por algún tiempo disimuló...
Ahora desde lejos se añoran las escenas.